No hay duda que los medios tienen una gran incidencia social. Que no se entienda mal, con esto no estoy diciendo que los medios influyen en la sociedad; sigo sosteniendo la moción que no da como válida la teoría de la aguja hipodérmica o de la bala mágica.
Me refiero, a que los medios masivos de comunicación son importantes actores sociales, trascendentales campos o áreas donde aquellas discusiones que antes se daban en otros ámbitos, sobretodo las políticas (aunque también las hay económicas, filosóficas, entre otras), toman lugar; surgen, se desarrollan y mueren en la órbita de los medios.
Para denotar esto, me voy a referir a un conflicto que se vivió en nuestro país.
Todavía se encuentra latente en la conciencia de muchos de los argentinos el problema que el año pasado se desarrolló entre el campo y el gobierno. Fueron meses y meses de lleva y trae entre funcionarios gubernamentales y dirigentes del campo. La pelea, se recrudecía día a día por los dichos que los medios (gráficos, radiales, televisivos y digitales) publicaban minuto a minuto. Jamás se habían visto la cara; sin embargo se contestaban de un día para el otro; como en los viejos folletines de revista:
Los medios actuaban de escenario para estos actores sin cartel. Actuaban de plataforma de lanzamiento para todos los dirigentes, que enrarecidos, buscaban conquistar a la opinión pública.
La situación colmó la paciencia de muchos, la interna era feroz. No era posible comprender cómo después de todo no se juntaban a dialogar, no se reunían… En el medio, valga la redundancia, los medios, que aprovechaban la ocasión, pateaban de acuerdo a sus intereses:
La sociedad veía pasar los titulares y las protestas. Los matutinos alentaban la pelea. ¡Esto vende!
La política dejó de ser política, los medios ya no median. Como decía Oscar Wilde: “Hay mucho que decir a favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad.”- MAZA.
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